Entrevista al escritor Orlando Espósito
- by MundoArti
- 27/06/2022
¿Cómo fue que comenzaste a escribir?
Creo que antes de ser escritor se es lector. Crecí en una casa donde todos leían. Tengo presente a mi abuelo fumando su pipa siempre leyendo un libro. Recuerdo que mi hermano; cuando le pedía que jugara conmigo contestaba: «juguemos a leer».
Después, a los trece o catorce años, comencé a escribir cuentos y reflexiones, pero no con una intención consciente, premeditada. Fue más bien una compulsión. Veía algo, un accidente o una persona, y lo pensaba como si lo estuviera escribiendo.
¿Escribías pensando en publicar?
No. Había escrito cuentos, muchos que se perdieron entre mudanzas y olvidos y otros, que fueron a parar la oscuridad de carpetas y sobres de papel marrón.
Un buen día escribí de un tirón una novela corta: «No somos una banda», y los amigos que la leyeron insistieron para que la publicara y así ocurrió. Salió con el sello de la editorial Grupo Cero.
Pero ahora tienes varios libros impresos, ¿qué cambió?
Supongo que la acumulación de papeles con novelas y cuentos, mi estancia de varios años en la soledad de una chacra en la Patagonia y la vejez, que hace apresurar algunas decisiones. Publiqué los dos primeros títulos de una saga policial negra: «El fantasma verde», «Los secuestradores» y, ahora el tercero y último, ya en prensa «La Mari, la Coca y las Pepas». Después siguieron los libros de cuentos y relatos –género al que soy aficionado–, «El secreto de los Incas» y «Ya nadie muere de amor».
Ese último título, «Ya nadie muere de amor» tiene algunas particularidades que lo hacen algo singular, ¿verdad?
Creo que sí. Por un lado, pedí a una artista plástica patagónica –María Alicia Favot– que me hiciera el favor de acompañar cada cuento con una ilustración, y me concedió ese honor. Por otro, cada relato tiene al final un código QR que, en caso de ser escaneado con un telefonito, conecta con un audio grabado por mí haciendo algunos comentarios breves... muy breves.
Un buen día escribí de un tirón una novela corta: «No somos una banda», y los amigos que la leyeron insistieron para que la publicara y así ocurrió. Salió con el sello de la editorial Grupo Cero.
Tus cuentos y relatos recorren épocas y sitios muy diversos; la cordillera de los Andes, la provincia de Jujuy en el norte de Argentina, la meseta de Somuncurá en la Patagonia, Madrid y Buenos Aires, ¿cómo surgen historias tan variadas?
No creo en la inspiración. El proceso comienza por registrar una impresión, un paisaje o un hecho que llamó mi atención. Con el tiempo, a veces mucho después, esa «impresión» va cobrando cuerpo, apareciendo con cierta forma y recurrencia en mi mente, tal vez hago algún intento, una primera parrafada y allí se queda. Meses, semanas o años más tarde vuelvo sobre ella y la trabajo hasta terminar la primera versión.
¿Qué es lo que mas te preocupa cuando escribes?
Siempre trato de que el lector se entretenga y pase un buen rato, pero también, que mas allá de la historia y los personajes le queden grabadas imágenes, paisajes y emociones. Pienso que después de transcurrido un tiempo de leer un libro, el lector se olvida del título y del nombre del autor pero eso queda: las imágenes, los paisajes y las emociones; con eso me doy por satisfecho.
¿Que suelen comentar tus lectores?
Dicen que no pueden parar de leer y que les parece «estar viendo en lugar de estar leyendo»; a menudo mencionan que los relatos resultan cinematográficos. Que me digan esto me pone muy contento.
¿Y ahora, en este momento?
Terminé una novela (que no puedo nombrar porque está presentada en un concurso por medio de MundoArti) y estoy preparando otro libro de cuentos.
Ya que nombras MundoArti, ¿qué sientes respecto a nuestro sitio?
MundoArti me mantiene informado de los concursos y me guía para participar en ellos. Esto solo es muchísimo. Representa tiempo que ahorro en navegar buscando en la red. Además me pone al tanto de otras disciplinas, me dice en qué andan otros escritores, cómo va el mundo del arte.