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Luz interior
Esta obra nace de la necesidad de explorar la naturaleza como vía de acceso al instante presente. La planta representada trasciende su dimensión botánica y se ofrece como símbolo de conciencia y mediadora de introspección. En sus formas delicadas se encienden destellos de luz, metáforas de esos breves momentos de claridad que emergen al detenernos a observar y, con ello, habitar el ahora. La contemplación de lo natural se revela como un umbral hacia una percepción ampliada de la existencia, donde lo visible conduce a lo íntimo y lo exterior se funde con lo interior. La paleta en tonos tierra busca evocar lo esencial, lo primitivo y lo vital. La sutileza etérea de la figura vegetal dialoga con la densidad de un fondo rugoso y arenoso, instaurando una tensión entre lo terrenal y lo espiritual, entre lo efímero y lo permanente. La propuesta se inscribe en una larga tradición simbólica que une naturaleza y trascendencia. Así como los primeros humanos proyectaron en figuras híbridas su intuición espiritual, esta obra convierte lo vegetal en metáfora de la conciencia y propone una pausa contemplativa donde lo sensible se abre hacia lo intangible.



