Entrevista a Christian Rodríguez: montañero, escritor y fotógrafo
- by Fernando Úbeda
- 02/03/2018
Christian Lauro Rodríguez Morales es un guía de montaña y senderismo con experiencia en más de 300 montañas y grandes rutas en más de 16 países de Europa y América. Está especializado en dirigir a personas con discapacidades y organiza y colabora, a través de la asociación IBLIKI, en actividades de montañismo relacionadas con la cultura, el arte, la interculturalidad y la inserción social.
Nacido en Guatemala y afincado en el País Vasco, combina su pasión con la montaña con su faceta como escritor y fotógrafo. Nombrado Guatemalteco Ilustre en 2014, ha sido galardonado en múltiples ocasiones como escritor y fotógrafo. Recientemente ha recibido el primer premio al mejor relato de montañismo Certamen Internacional Cuentamontes.
A continuación, os presentamos la entrevista que hemos tenido el placer de realizarle y le deseamos mucho éxito en todos sus proyectos.
El pasado junio participaste en una expedición en Galdhøpiggen, la montaña más alta de Noruega, junto a personas con discapacidad visual ¿Qué destacarías de esa experiencia?
Las personas ciegas me han enseñado ver la montaña con otros ojos. No es la primera vez que participo en expediciones de este tipo, con nuestra asociación IBILKI en Guatemala hemos ascendido montañas de más de cuatro mil metros. Sin embargo, Noruega exigía otras habilidades como la de guiar a una persona con discapacidad en terreno glaciar o mixto de roca y nieve. Lo más destacado es el aprendizaje y el compartir con las personas, que al final es lo que tiene más importancia en estas actividades.
¿Qué supuso para ti recibir en 2014 el Galardón Guatemaltecos Ilustres?
Una sorpresa grande ya que el punteo que obtuve en las distintas votaciones públicas y de jurados especializados me beneficiaron con unanimidad a pesar de que, en la misma categoría, deportiva, habían nominadas personas con una trayectoria muy importante para el país, no solamente de montañismo, sino también de deportes muy mediáticos como el fútbol. Finalmente se decidieron por mí, como me lo dijeron, por la labor social que realizo utilizando la montaña no como un fin sino como una herramienta de inclusión.
¿Qué es para ti la fotografía y la literatura? Si tuvieras que elegir una ¿con cuál te quedarías?
La fotografía que me gusta es la que capta momentos y no tanto paisajes, puede inspirar alguna anécdota no así una historia, el impacto puede ser fuerte, pero pienso que es momentáneo. La literatura, en cambio, al carecer del impacto visual, conforme vas leyendo vas llenando ese vacío con tu propia imaginación, y esas sensaciones son mucho más intensas, constantes y duraderas.
Aunque me quedo con la literatura, sé que para muchas personas fotografía y literatura pueden ser complementarias. Recuerdo que uno de los relatos que escribí sobre un ascenso que realicé en una montaña con minas antipersona en Nicaragua, y que fue premiado en la VI edición de Cuentamontes, gustó mucho entre el público; un tiempo después publiqué un breve resumen del mismo en la Revista Pyrenaica del País Vasco e incluí algunas fotografías. Para mi sorpresa, varias personas que conocían el relato y después vieron las fotos me escribieron para decirme que al verlas se habían dado cuenta de que el relato era real, que no era ficticio, y, que, además, al ponerle rostro a las personas de las que hablaba les habían hecho llorar de la emoción.
Tras 5 ediciones como finalista ¿cómo te sientes al ganar el Certamen Internacional Cuentamontes de relato o cuento de montaña?
Pienso que en esas cinco ediciones de finalista pude dejar huella de lo que realmente quería hablar, no solamente de montañismo, sino también de reivindicaciones de pueblos originarios, interculturalidad y discapacidad. Confiaba en que alguna edición la ganaría, tenía muchas ideas, pero no pensé que tardaría tanto. Desde la primera vez, el resto de finalistas y los mismos ganadores me escribían diciendo que mi relato les había encantado. Y es algo que agradezco porque me empujó a seguir intentando y seguir aprendiendo a escribir. Así que estoy muy satisfecho.
¿Qué destacarías de tu obra premiada “Mujeres de montaña”?
Como feminista intenté hablar del rol que se ha impuesto a las mujeres en la sociedad y del montañismo que realizan las personas indígenas que han ascendido montañas desde siempre, aunque con motivos muy distintos a la visión montañera occidental. Ahí la montaña se vive, se trabaja, les da de comer, las sufren y la gozan… hay una relación de respeto porque ven a la montaña como un ser más de la comunidad. Pues quería hablar de eso, de las personas montañeras que los medios de comunicación globales jamás mencionan, y pienso que hice bien al elegir la historia de las Cholitas Escaladoras de Bolivia.
¿A cuántos concursos te has presentado a lo largo de tu carrera? ¿Cómo te preparas para ellos?
No han sido tantos como quisiera. No los he contado, pero han sido una veintena quizá, de ellos he salido finalista en unos cinco o seis, y he ganado tres de los importantes: en Argentina, en Euskadi y ahora el de Alicante. Me gusta escribir y cuando tengo alguna idea la anoto en un cuaderno o voy directo al ordenador. Siempre que comienzo a escribir una historia no sé cómo terminará, ni siquiera sé cómo se irá desarrollando, así que voy improvisando en el camino. Si más adelante veo algún concurso que me interesa intento adaptarlo.
Tras tu experiencia en concursos de literatura y fotografía, ¿recomendarías a otros artistas que participen en concursos? ¿Qué consejos le darías?
Participar en concursos es un buen fogueo. Se va ganando experiencia y conociendo a mucha gente. No hay que presentarse pensando en ganar, sino en divertirse creando. El resultado que se obtiene casi siempre es subjetivo, a veces creemos que nuestros trabajos son perfectos, y pueda ser que lo sean, pero resulta que no convencieron a las personas que queríamos, y a veces pasa todo lo contrario, no quedas satisfecho con ello y de repente incluso puede ganar un premio. Hay que intentarlo.
Esperamos que os haya gustado. No os perdáis la entrevista realizada a Paula Cabaleiro (“Siempre defino la obra de arte como un artefacto para hacer sentir”)