Entrevistamos al escritor Joaquín García
- by MundoArti
- 28/02/2023
Cuéntanos sobre ti Joaquín
Mi nombre es Joaquín García Box. Fui durante muchos años un gran amante de la lectura y todavía, por supuesto, lo soy, aunque nunca tuve la intención de escribir y, mucho menos consideré la oportunidad de publicar nada. Todo quedaba fuera de mi alcance, de mi contexto existencial.
La vida, no obstante, es lo más hermoso por lo que nos permite transitar la existencia. Existir y vivir, para mí, son conceptos distintos. Existen muchas formas de naturaleza, pero el concepto vida, amplia, intensa, comprensiva y comprometida, solo es posible para el Homo Sapiens y ahí, precisamente, en la elección reside lo apelable, lo alcanzable. Y es precisamente esa vida la que se encarga de ofrecernos nuevas oportunidades, incluso cuando todo parece perdido, extraviado, sin sentido, hay una oportunidad no prevista, algo capaz de concentrar y concretar tus capacidades. Una de ellas, sin lugar a dudas, es la escritura, en cualquiera de sus distintas variedades y posibilidades. Son múltiples y todas tienen ese momento en el que puedes colmar parte de tus ilusiones y, por qué no, de tus esperanzas.
Pues bien, yo atravesaba un momento difícil en mi vida, uno de esos que siendo de tu propia elección, te provocan dolor, aunque siempre me digo que no deberíamos quejarnos de algo que hemos elegido cualquiera de nosotros mismos. En este sentido acaricié la oportunidad de enfrentarme al papel en blanco (más bien a la pantalla del ordenador, que es lo más habitual) y decidí contarme mi vida, el modelo de existencia por el que había transitado y que había decidido abandonar. Y aquí comenzó todo, el inicio del proceso creativo con las palabras. El intento por esclarecer algo de mí mismo. Un modelo de confesión que necesitaba estructura, contenido, dimensiones y abandonar lo abstracto guardado en mi cerebro, mi memoria o mis consideraciones.
Así, poco a poco, fui descubriendo que escribir colmaba una inquietud nunca compartida y que necesitaba exponer frente a esa pantalla que, de una extraña manera, se había convertido en mi confesionario. A mí, un agnóstico convencido, un falso creyente se me ofrecía la oportunidad de disponer el tiempo y la reflexión suficientes como para intentar conocerme o, en su caso, reconocerme.
Este texto está y estará guardado porque solo era una forma de conseguir un enfoque oportuno para mis inquietudes.
El resto de biografía no son más que sucesos, hechos, acontecimientos, pero puedo asegurar que la escritura es lo más liberador que he encontrado en mí ya dilatada experiencia vital. Comencé con 54 años, algo mayorcito, es cierto. Pero dedicarme a escribir me ha rejuvenecido. Tampoco tenía formación, ni condiciones técnicas para hacerlo, pero lo hice.
Comencé escribiendo una novela: LOS 96 y después vino todo lo demás. Actualmente mi especialidad, si acaso eso existe, es el teatro; la escritura dramática y la puesta en escena de esas creaciones.
Si tuvieras que definir en una frase los propósitos de tu trabajo ¿qué dirías?
Definir siempre es complicado, más cuando se trata de diagnosticar en una sola frase el objetivo del trabajo de cada persona, pero lo intentaré:
Mi objetivo es comunicar, manifestar mis inquietudes a quienes quieran compartir esa parte de mí vida, de mí pensamiento o de mí modelo de comportamiento. Porque incuestionablemente yo estoy, de alguna manera, en cada una de mis obras.
No pretendo transformar nada, es cierto, ni siquiera soy capaz de interpelar a personas que tienen modelos de vida y de conducta distintos. No me lo propongo. Lo que pretendo, además, es diferente en cada circunstancia y en cada caso. Según el tipo de obra o de creación. Una novela no puede, o no debe, plantear lo mismo que una obra de teatro, o un ensayo o la poesía. Cada tipo de trabajo adopta un compromiso distinto con el lector.
Lo que puedo destacar es que, desde hace ya tiempo, mi objetivo es que los textos consigan una gramática sin errores. El resto, es cuestión de estilos, de formas de entender la literatura. Son variables que condicionan más al lector ya que, según mi criterio, se elige qué leer según dos modelos básicos:
Si eres persona culta, buscarás aquellos autores y autoras diagnosticados de excelentes escritores, personas con capacidades extraordinarias con la condición de revertir las cualidades del lector en algo superlativo. La autoría debe estar, por supuesto, al servicio de una capacidad lectora con aroma elitista.
Si eres persona normal, con una cultura normal y hábitos de lectura normales. Es más sencillo, te dejas llevar por recomendaciones, por la publicidad, por el impacto mediático del producto, por el nombre del autor o autora y, en el caso más extremo, por la opinión de tal o cual crítico literario.
Háblanos de la novela EL ENGAÑO DE DIOS.
Es mi nueva novela publicada, recién finalizada su impresión. Responde, desde luego a una inquietud particular: ¿podría Dios responder a mis preguntas? Para esto y considerando que yo soy discrecionalmente agnóstico, utilizo una estrategia para que Dios conteste a aquellas cuestiones que para mí son importantes. Siendo este Dios que contesta, tan cercano y tan humano, he decidido que creer en el/la Dios/a que propongo en la novela, es bastante fácil. No te condiciona a nada.
Releyendo he descubierto una frase que pongo en boca de Dios a la pregunta de su interrogadora:
—Cuando vosotros lleguéis a ser Dios, a mí no me necesitareis y desapareceré. Mientras tanto, no os queda otra que recurrir a mí. Y te aseguro que podéis llegar a serlo.
Sin ser absolutamente consciente cuando la escribí; sin saber si alguien antes había escrito algo parecido, creo que esta frase encierra la gran sabiduría o aprendizaje de mi vida: independientemente de creer o no en Dios, todos tenemos una referencia, una imagen de lo que esto significa; por lo tanto, si conseguimos alcanzar esa bendición, el mundo rozará la perfección. Esa es mi aspiración.
Creer o no creer es, en definitiva, un acto de libertad.
Mi objetivo es comunicar, manifestar mis inquietudes a quienes quieran compartir esa parte de mí vida, de mí pensamiento o de mí modelo de comportamiento. Porque incuestionablemente yo estoy, de alguna manera, en cada una de mis obras.
Portada de la obra El engaño de Dios
¿Es fácil ser escritor? ¿Cuánto tiempo te lleva escribir una obra?
No puedo afirmar que es fácil ser escritor. Es más, si eres persona exigente y comprometida con la excelencia, es bastante complicado. Ser escritor, desde luego, exige la capacidad de desnudar ciertas partes de tu personalidad y exponerlas ante los lectores. En cada parte de cualquier obra hay una aproximación a lo que tú representas, aunque no se haga de modo consciente ni deliberado. Ser escritor, para mí, significa acercarte a un anhelo de libertad, la que te ofrece el texto, y en esa condición deberás comprometer gran parte de tus aspiraciones y de tus emociones.
Escribir puede resultar relativamente fácil si tienes la formación, las capacidades y la necesidad de contar algo. Hacerlo de modo que pueda interesar a otras personas, tus lectores, eso sí que es verdaderamente difícil. Por ejemplo, antes utilizaba expresiones demasiado cultas y algunas personas no lograban entender mis textos. Ahora, todavía lo hago, pero filtro mucho qué expresiones utilizar. Aprender es un proceso de formación permanente y debes estar con las capacidades completamente abiertas, en modo esponja, porque la realidad es la mayor fuente de inspiración y de historias para contar.
Escribir una obra tiene una extensión temporal indeterminada. En alguna de mis novelas, apenas ha sido cosa de un par de meses, en otras, la necesaria documentación, el no intentar dar nada por sentado, me ha obligado a tardar más. Podría decir que la obra que más tiempo me ha llevado han sido unos ocho meses. Pero aquí no reside el problema. Escribir está muy bien, es agradable, reconfortante o, en su caso, traumatizante; pero lo que es incuestionablemente desesperante son las necesarias y obligatorias revisiones al texto escrito. Cuando has conseguido hacer cuatro o cinco correcciones, ves la galerada y descubres la cantidad de errores que habías dejado pasar. Eso es descorazonador y extremadamente laborioso, incluso podría decir que tedioso.
Si tuvieras que elegir una palabra que te definiera ¿cuál sería?
Sin duda la palabra que me definiría es valiente, ¿por qué?, bien sencillo, porque nunca me he encasillado en un tipo de novela o de estilo. Siempre he querido abordar aspectos distintos y transitar desde el humor hasta el terror. Sé que esto es muy complicado, es más, podría decir que el aparentemente denostado género de terror es, probablemente, lo más complicado de escribir. Eso sí, siempre existe la posibilidad de asistir a lo clásico; pero, en ese caso, ¿dónde está la osadía?
Me he atrevido, como he dicho, con distintos temas, pero lo que siempre he intentado es escribir una novela que a mí me hubiera gustado leer. Creo que esa es la necesidad que alberga toda mi creación.
También, como he dicho, escribo teatro, lo produzco y lo dirijo. Puedo afirmar que los tiempos son distintos, los modelos y el modo en que se trabaja en cada tipo de creación. El teatro es pluridimensional, se construye de emociones, se ejecuta con actores y actrices, se piensa en el último espectador de la última fila, que debe recibir idéntico espectáculo que la persona de primera fila. La creación literaria es en dos dimensiones, tú y el lector, no hay nada más por en medio.
He probado poesía, incluso llegué a quedar finalista en uno de los escasos certámenes en los que he participado. También he escrito algo de ensayo; pero donde mejor me encuentro es en novelas de ficción.
El autor junto con su obra El engaño de Dios
¿Desde cuándo escribes? ¿Qué te motivó a hacerlo?
Como respondí en la primera pregunta, escribo desde el año 2011, ya tenía la nada despreciable edad de 54 años. No respondía a ningún motivo especial, solo sentí la necesidad de aclarar mi vida, de describirme y escribirme intentando aclarar qué sucedía en mi universo emocional. El resultado de esto fueron unas 140 páginas, escritas con muchos defectos, por cierto, pero con la presencia absoluta del sentimiento. Desde aquí descubrí que me resultaba relativamente sencillo poner palabras en el papel, bueno, la pantalla de ordenador. Tal vez pueda escribir algo más, me dije.
Y en ese momento estaban las profecías de los mayas que anunciaban el fin del mundo para el año 2012; el argumento estaba sobre la mesa. Además, era un tiempo en el que yo estaba muy cerca del mundo de los ángeles, no en el aspecto religioso, sino que en su condición de energía positiva; allí estaba esperándome para desarrollar mi ficción y mi ilusión. Poco tiempo después, alguien me animó a publicarla y, efectivamente, tras muchas dificultades y peripecias (que tal vez podrían narrarse en una novela sobre estos acontecimientos) salió a la luz una novela con 422 páginas. Para ser la primera, no estaba mal.
Desde ese momento han salido otras seis novelas más, cuatro obras de teatro estrenadas y muchos más proyectos.
¿Qué supone para ti MundoArti? ¿Te ha ayudado a crecer como artista?
Este es mi primer encuentro con MundoArti en materia de escritor. Sí he participado en alguna de sus convocatorias intentando ser seleccionado en algún certamen de teatro amateur. Poco más, tampoco la calidad de mis espectáculos ha despertado ningún interés en esos jurados o programadores. No pasa nada, seguiré en el frente.
MundoArti, ofrece muchas posibilidades para crecer como artista.Este es mi primer encuentro con MundoArti en materia de escritor. Sí he participado en alguna de sus convocatorias intentando ser seleccionado en algún certamen de teatro amateur. Poco más, tampoco la calidad de mis espectáculos ha despertado ningún interés en esos jurados o programadores. No pasa nada, seguiré en el frente.
MundoArti, ofrece muchas posibilidades para crecer como artista.